Resumo: Artigo 36054
Desarrollo tecnológico en un contexto internacional dinámico: los reactores nucleares de investigación argentinos a lo largo de medio siglo.(2,5,19,100)
Santiago Harriague, Mónica Sbaffoni, Ana Spivak L´Hoste, Domingo Quilici, Solange Martínez Demarco, Comisión Nacional de Energía Atómica, Argentina.
Apresentação: Wednesday, May 29, 2008 1:15PM - 3:15PM sala 202 - UNIRIO VII ESOCITE - Sessão 34 - Chair: Nara Azevedo
Abstract.
Este trabajo se propone profundizar sobre la relación entre algunos aspectos de un contexto internacional dinámico y complejo y el desarrollo de un producto conocimiento intensivo en un país periférico. Nos referimos al diseño, construcción y exportación de reactores nucleares de investigación en Argentina a lo largo de los últimos 50 años, que se iniciara con la construcción de un pequeño reactor en 1957 y cuyo logro último fuera la concreción, en 2006, de la exportación de un reactor de última generación a Australia. Se focalizará en distintas acciones que posibilitaron esta evolución pese a los cambios ocurridos en el contexto internacional durante dicho período. La actividad nuclear en Argentina se inició con la creación en 1950 de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Este nuevo organismo público tuvo como funciones desarrollar, estimular y controlar esa actividad con fines pacíficos en las áreas de la salud, la industria, la generación de energía y la protección de la población contra los efectos perjudiciales de las radiaciones. Casi simultáneamente con esta creación empezó la actividad en reactores nucleares. Las conducciones iniciales de CNEA, imbuidas de la mirada optimista sobre las potencialidades de la energía atómica vigente en el mundo y de las ideas de desarrollo autónomo mayoritarias entonces en el país, creían que era posible incorporar y desarrollar capacidades propias y promover un efecto multiplicador en el desarrollo tecnológico-productivo nacional. Se planteó necesario que la institución se relacionara con el entorno local y se abocara a la formación de recursos humanos capaces de absorber tecnología desde los diversos ámbitos de su producción. Esto explicitó una orientación de la Comisión hacia las aplicaciones socio-productivas de la ciencia y la tecnología derivadas de su actividad específica. Se impulsaron líneas de trabajo que abarcaron desde investigaciones de frontera en física nuclear y radioquímica hasta prospección, minería y producción de uranio. Entre ellas se destacó el diseño y la construcción de reactores de investigación y producción y de su correspondiente combustible. Estas instalaciones tienen diversos usos, desde la investigación básica hasta la producción de radioisótopos para uso médico e industrial, incluyendo el entrenamiento de personal y el estudio de los efectos de las radiaciones. Entre 1957 y 2006 se construyeron 6 reactores de investigación de distintas características en el país y se exportaron otros 4 a Perú, Argelia, Egipto y Australia. También se produjo el combustible usado en los mismos y se construyeron plantas de producción de radioisótopos asociadas. Inicialmente este proceso estuvo a cargo de CNEA. Posteriormente se incorporó INVAP, una Sociedad del Estado creada a instancias de CNEA en 1976 para la ejecución de proyectos tecnológicos nucleares que luego amplió sus actividades a otras áreas. Todos los reactores de esta serie, con la excepción del primero cuyos planos fueron cedidos gratuitamente por los EEUU, fueron de diseño propio. En todos los casos es posible reconocer como propósito más o menos explícito la intención de crear o consolidar una capacidad autónoma en la toma de decisiones, de incrementar las competencias con el fin de alcanzar autonomía tecnológica y de maximizar la participación de la industria local en cada nuevo emprendimiento. Este programa cimentó además las capacidades humanas, tecnológicas y productivas para la introducción de centrales nucleares de generación eléctrica, la primera de las cuales comenzó a operar en 1974. Ahora bien, esta historia estuvo enmarcada en una dinámica internacional cambiante y compleja. Estados Unidos intentó inicialmente colocar todos los materiales fisionables bajo control internacional de Naciones Unidas, política que fracasó ante la oposición soviética. En 1953 comenzó su programa de Átomos para la Paz planteando como objetivo la cooperación en los usos pacíficos, pero buscando de ese modo liderar el mercado a través de la difusión de su tecnología. En 1957 se creó el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ampliando las posibilidades de intercambio entre países. Sin bien las preocupaciones por posibles usos no pacíficos de la tecnología nuclear llevaron en 1968 a la elaboración del Tratado de No Proliferación Nuclear, que en décadas posteriores se constituyó en un limitante del desarrollo de algunos países, éstas se daban entre naciones desarrolladas y en el contexto de la Guerra Fría. La subestimación de la capacidad tecnológica de las naciones en vías de desarrollo resultó en algunos aspectos favorable para el inicio del programa argentino de reactores de investigación. Fue posible capacitar personal, contar con expertos extranjeros, adquirir el uranio enriquecido necesario para fabricar el combustible sujeto a los controles del OIEA. Sin embargo, a partir de la explosión nuclear de la India en 1974 apareció una nueva dimensión de la problemática. Surgieron acuerdos internacionales para reglamentar las actividades del sector, aparecieron restricciones en el suministro de materiales, cambiaron las relaciones bilaterales enmarcando convenios y exportaciones, y consecuentemente Argentina adecuó sus programas y políticas a fin de posibilitar la continuidad de esta línea, tanto localmente como para su exportación. Este trabajo pretende mirar, desde una perspectiva analítica, aspectos relevantes de los efectos de esta dinámica internacional sobre el desarrollo local de reactores experimentales, a partir de material bibliográfico de historia y de análisis político.